The Portrait of Dreams

Mihaela Noroc

Hay una fuerza, que he sentido desde niña, que me ha empujado a viajar por el mundo. Ser testigo de los muchos rostros de la belleza, abrir nuevos puntos de vista.

1. Bio

Fotógrafa de origen rumano, ha fotografiado mujeres en más de cien países. Empezó a los 16 años, cuando su padre le regaló su primera cámara. Estudió fotografía en la universidad, pero pronto comprendió que su necesidad narrativa iba más allá de la pura lógica estética o comercial. Encontró lo que buscaba durante un viaje a Etiopía en 2013, donde un encuentro fortuito sentó las bases de una investigación que dio lugar al nacimiento del proyecto «The Atlas of Beauty».

2. El poder de un sueño

He superado mis propios límites para seguir el llamado de la verdadera belleza. Soy una persona miedosa, pero he viajado por el mundo buscándola. No solo la estética, sino el encanto arrollador que toda mujer desprende cuando expresa su verdadera naturaleza, su talento, sus sueños. Mis retratos pretenden ser un himno a la autoconciencia y al autoempoderamiento. Esta directriz me ha devuelto a la actitud instintiva que he tenido desde niña: capturar la personalidad. No edificios, paisajes, puestas de sol u objetos. Aquí es donde me ha llevado de vuelta mi sueño, después de un período triste en el que traté de ignorarlo. Pero no puedes detener un sueño.

3. Mi viaje hacia la belleza real

Mis fotos son mi legado y mi gran viaje hacia la belleza interior: una fuerza que me saca de mi zona de confort y me hace detener a una desconocida para pedirle que pose para mí. Mi cámara es la herramienta a través de la cual toma forma mi alma, aunque en algún momento la abandonara. Entonces, en un instante, durante un viaje, la belleza llegó a mí de forma tan intensa que tuve que volver a ella. Una mujer etíope que se estaba limpiando los dientes con un brizna de paja, me miró. Fue una conmoción comprender cómo puede aparecer la belleza: tan orgullosa, salvaje, poderosa y segura, incluso en el último gesto en el que jamás pensé que la encontraría. Ese fue el momento en que reconocí y redescubrí mi sueño y, a partir de entonces, todo volvió a tener sentido.

4. Lo que he aprendido y no olvidaré

La diversidad es belleza, y quiero hacerla visible con mi trabajo; para los que miran hoy, para los que mirarán en el futuro. Por eso tengo una regla cuando salgo a hacer fotos: cualquier idea o propuesta que venga de la mujer que tengo delante, va a misa. Es su momento para lo que quiera. Es un momento de la confianza, de libertad para elegir, de manifestar sus pasiones. Es un espacio seguro, sin límites y sin juicios. Es el espacio donde la belleza florece de dentro hacia fuera. Esto es lo que sueño para todas las mujeres: sentirse seguras y legítimas para perseguir, reconocer y expresar su propia belleza.


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