1. Bio
Chef ejecutiva, jueza del canal de televisión Food Network, filántropa. Nacida y criada en Adís Abeba (Etiopía), a los 16 años se trasladó a Estados Unidos para completar sus estudios. Siguiendo las expectativas de su familia, que esperaba que fuera médica, abogada o ingeniera, se licenció en psicología clínica infantil. Al poco tiempo, sin embargo, solicitó en secreto ser admitida en el Culinary Institute of America (CIA), su gran anhelo desde hacía mucho tiempo. Fue admitida, terminó con éxito sus estudios y logró la increíble oportunidad de colaborar con el restaurante de tres estrellas más famoso del mundo, Noma, en Copenhague. A partir de ahí, su carrera se convirtió en un éxito tras otro. Además de su carrera en el mundo de la restauración, también participa en primera línea en proyectos de apoyo a la escolarización en Etiopía: con la ONG Take Care of Home, fundada junto con un amigo muy querido, recauda fondos para la construcción de escuelas y sistemas de agua potable en su tierra natal desde hace años.
2. El poder de un sueño
Me mudé a Estados Unidos para ser médico, siguiendo los pasos de mis hermanos mayores, porque eso era lo que mi madre esperaba. Mi gran sueño, sin embargo, siempre ha sido ser chef. Después de graduarme intenté trabajar para lo que había estudiado, pero ese tipo de dolor y compromiso emocional no era para lo que estaba hecha. Una vez más entendí que era momento de escuchar ese deseo que siempre había sentido en mi interior. Esta es la fuerza de un sueño: te hace ver con claridad cristalina lo que te hace feliz, lo que te hace sentir que estás en el lugar adecuado. Cuando era niña también soñaba con un trabajo que me permitiera ayudar a la gente. Por un momento pensé que la medicina era el camino correcto. Hoy he encontrado el modo de hacerlo precisamente gracias a mi éxito como chef: por un lado, con mi ONG vuelvo a mi tierra para intentar que la escolarización sea accesible para el mayor número posible de niños y niñas. Por el otro, como chef mujer, negra y musulmana, representante de menos del 6 % de todos los chefs ejecutivos de EE. UU., hago todo lo posible para ayudar a otras mujeres negras a encontrar oportunidades en este mundo.
3. Mi viaje hacia la belleza real
Vuelvo a menudo a Etiopía para visitar a mi familia y, desde que inicié la ONG, también para seguir de cerca los proyectos que subvencionamos. En 2018 visité la escuela con el fundador y la escuela nos recibió con sus 500 estudiantes cantándonos una canción. Luego, tuvimos lecturas de poemas escritos para nosotros y la realización de una representación teatral en nuestro honor. Todos los padres, en su mayoría agricultores, se ausentaron del trabajo (algo que ni siquiera podían permitirse) para venir a saludarnos y expresar su gratitud. Ese sentido de comunidad, la alegría, el sentimiento de esperanza que experimenté allí… fue el momento más memorable que jamás haya experimentado. Es esa experiencia de la belleza la que te vuelve a sintonizar con el sentido de la vida. La rutina de un chef es frenética, la competencia es despiadada, los estándares que me impongo son siempre muy altos… pero regresar a casa y sentir a través de esos estudiantes y sus familias que mi trabajo está abriendo sueños y esperanzas para el futuro, eso es un sentimiento asombroso.
4. Lo que he aprendido y no olvidaré
En este camino de vida tan afortunado porque hago lo que amo, hay una cosa que he tenido que aprender: detenerme, tomarme tiempo para regenerarme, encontrar sentido. Creo que estos cuidados son válidos para cualquiera, sea cual sea su camino o estilo de vida. Debemos aprender a cuidar nuestro bienestar mental. Vivir el presente, ir paso a paso y encontrar un propósito en nuestras acciones, sin quedar atrapados en la ansiedad ni preocuparnos por los juicios, nos permite lograr resultados mucho mayores. ¿Has conquistado un logro? ¡Te lo mereces! Menos lugar para las dudas y la autocrítica y más para creer en ti misma. Para las mujeres tengo un deseo muy simple, pero aún así utópico: que podamos sentirnos seguras todos los días, independientemente de dónde estemos, con quién estemos o en qué parte del mundo vivamos. Sentirnos a salvo.