1. Bio
Música y cantante de fado es una de las más recientes y apreciadas revelaciones. Graduada del Conservatorio (piano), inicia su carrera casi por casualidad: durante una revisión local su interpretación es tan intensa que alguien del público la filma y envía la grabación a una cadena de televisión, que la contacta para participar en el 2° Gran Premio Nacional de Fado de RTP 1, que gana. A partir de ahí comienzan los compromisos en las casas de fado y en los principales festivales portugueses. El fado se convierte en su profesión.
2. El poder de un sueño
No tuve un sueño real cuando era niña, en ese momento estaba más ocupada encontrando una manera de sobrevivir al acoso. Fue así como decidí ingresar en el Conservatorio, necesitaba al menos una herramienta para dar rienda suelta a lo que sentía, ya que a esas alturas era tan insegura que había dejado de expresar mis emociones. En retrospectiva, tal vez, mi sueño era poder recuperar el coraje de hablar, de estar en público. Y viéndolo así, la fuerza de ese sueño era incluso mayor que mi conciencia. Canté por la extrema necesidad de expresarme, no tenía en mente una carrera como cantante.
3. Mi viaje hacia la belleza real
Es un viaje que recorro cada vez que canto, hay una vibración única que se libera en el aire cuando las personas abren su corazón a la emoción, casi se puede tocar. Y hay una vibración aún más intensa cuando estas emociones parten de un relato de sufrimiento. Es un viaje de sanación que sé y veo que sucede cuando las historias que canto se superponen con la vida de alguien. Es catártico, es liberador y nos enseña que incluso la saudade, si se desea, puede ser un puente hacia la belleza. Porque no hay belleza más auténtica que la que surge de recuperar el espacio de los sentimientos.
4. Lo que he aprendido y no olvidaré
Los sentimientos no son un obstáculo, son fuerza, no restan profesionalidad, añaden. En cada ámbito. En el fado se cuenta sin imposiciones, está ahí para sacar lo que más nos está marcando el alma. Todos deberíamos tener nuestro propio “fado personal”. Todavía hay demasiado prejuicio hacia la expresión de los sentimientos. Con demasiada frecuencia, la sensibilidad se confunde con la debilidad. Pero somos fuertes, somos tan fuertes que podemos llorar, enojarnos, enamorarnos y aun así alcanzar nuestras metas al mismo tiempo. Aquí, este es mi deseo, que las mujeres aumentemos esta conciencia y que la sociedad, poco a poco, cambie su perspectiva.