The Portrait of Dreams

Korina Emmerich

El desafío es detener la lógica del crecimiento a cualquier precio para recuperar el lujo de ser humanos y saborear el presente.

1. Bio

Diseñadora, artista y fundadora de EMME Studio, una marca de ropa y complementos slow fashion con sede en Nueva York. Puyallup (una tribu nativa americana del noroeste de los Estados Unidos) por parte de padre, desciende de una larga estirpe de pescadores del territorio Coast Salish, y sus diseños para EMME Studio suelen reflejar este legado. Graduada en Arte en la South Eugene High School, combina su trabajo como diseñadora con un fuerte compromiso con la promoción de la justicia social y medioambiental. Forma parte de la junta directiva y es portavoz y ponente de la fundación Slow Factory, una organización sin ánimo de lucro que promueve la justicia climática y la equidad social a través de programas de formación, diseño regenerativo e innovación de materiales. También trabaja como organizadora comunitaria dentro del Indigenous Kinship Collective, con sede en Brooklyn, un colectivo de mujeres indígenas, mestizas y no binarias que se reúnen para honrar y celebrar la identidad nativa a través del arte, el activismo y la educación. Recientemente cofundó el nuevo atelier, galería, sala de exposición y espacio comunitario Relative Arts NYC. Ubicado en el East Village, este espacio celebra el arte y la moda sostenibles y subversivos.

2. El poder de un sueño

Si tenemos el coraje de dejarlo hablar, el poder de un sueño es esa fuerza que, cueste lo que cueste, sigue haciéndonos avanzar en la defensa de lo que sentimos como profundamente correcto e importante. Mi sueño, así como la poderosa fuerza que lo sostuvo y lo sostiene, proviene de tres fuentes: el deseo de éxito para mi producción, la urgencia de dar voz a una narrativa histórica más equitativa y la necesidad de declarar que ahora es imperativo desmantelar un sistema basado en un «aumento del crecimiento» cuantitativo y, en su lugar, aspirar a una perspectiva basada en «aumentar el valor» y la sostenibilidad del modo en que vivimos y producimos. Necesitamos una narrativa global más sana, porque de ahí extraemos aquello en lo que invertimos toda nuestra energía día tras día. En mi caso, soñé y me comprometí a ver triunfar mi obra y mi arte, pero en paralelo a mi trayectoria profesional personal siempre ha existido la necesidad de luchar por una narrativa equitativa de la historia y por una mayor justicia social. Hoy sueño con que se amplíe la conciencia de que necesitamos un enfoque de vida y de producción verdaderamente sostenible: no basta con ese barniz «eco-friendly» que acaba solo en marketing, no basta con que los materiales sean «eco»: la historia, las condiciones de trabajo, el trato y los salarios de quienes producen los materiales deben ser sostenibles y equitativos, así como el modo en que los obtenemos de la Tierra y de la industria, y todo su ciclo de vida. El sueño del que ahora doy testimonio a través de mi marca, y por el que lucho en las diversas actividades sociales en las que participo, es este: la necesidad de lograr una producción lenta y justa para todos los seres vivos y para el planeta que habitamos.

3. Mi viaje hacia la belleza real

En lo que a mí respecta, la belleza y la inspiración pueden surgir de una infinidad de cosas: una montaña, una roca, una música, una canción… todo puede ser una inspiración, un estímulo que puede desencadenar ese empujón que nos acerque a sentir la belleza. Pero, ampliando la perspectiva, creo que el viaje hacia la verdadera belleza se hace cuando las acciones que implementamos conducen a un cambio positivo. Estético o social. Sobre todo social, me gustaría decir. Pequeñas acciones y elecciones cotidianas que ponen en el centro el sentido de la justicia: no hay mayor belleza. Es la redención del ser humano contra la lógica de la opresión, que cae sobre todos, siempre, y más aún si se es parte de una minoría a la que le han quitado la voz desde hace mucho tiempo. Devolver la voz, el espacio y la dignidad a lo diferente es la mayor belleza por la que podemos luchar. Os daré un pequeño pero muy práctico ejemplo: las minorías representan el 4% de la expresión global de la humanidad, y sin embargo custodian y representan el 80% de la diversidad de este planeta. ¿Entendéis cuánta riqueza, cuántas singularidades y cuántas peculiaridades de expresión? Esto es vital para todos, y cuando estas historias encuentran el espacio y la vía para expresarse, toda la comunidad global se enriquece. Esta magia es lo más bello que podemos encontrar: para los seres humanos, pero también para otras especies animales y vegetales. Devolver la dignidad y la voz a la diversidad es el viaje más rico y maravilloso que podemos emprender en el ámbito de la belleza.

4. Lo que he aprendido y no olvidaré

Debemos aprender a desacelerar, a hacer menos, a hacerlo mejor y a buscar gratificación y valor en cada momento. Debemos luchar para escapar del sistema actual, que nos pide hacer cada vez más y más rápido, y que a cambio nos da cada vez menos. Menos dinero, menos tiempo libre, menos tiempo para preocuparnos por los demás, esperando un momento mejor que nunca llega. Debemos detener la escalada del crecimiento a cualquier precio y de la estandarización, que ve la Tierra y sus pueblos como recursos a explotar. Es urgente cambiar de perspectiva y luchar por un modelo social que sustituya el término «explotación» por el término «valorización», porque el crecimiento continuo es una práctica completamente insostenible, incluso mentalmente. Debemos ser amables con nosotros mismos, recuperar el lujo de ayudar a los demás y el placer de compartir. En nombre del consumo compulsivo, hemos sacrificado progresivamente nuestra libertad, nuestra humanidad y nuestro planeta. Estamos tan atrapados en esta lucha frenética por mantener el ritmo, que ya no tenemos tiempo para mirar lo que está sucediendo en la vida de nuestro prójimo, y a veces ni siquiera en la nuestra. Para las mujeres (y para todas las demás minorías) sueño con el coraje de crear un sistema y de luchar en las pequeñas acciones de cada día, para sobrevivir a esa lógica enfermiza y desencadenar una nueva tendencia. Debemos reconocer, celebrar y honrar la diversidad: de ahí fluye toda la energía necesaria para aprovechar lo mejor de la existencia.

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