The Portrait of Dreams

Kat Rumbley

Reconocer la necesidad de cambio puede hacerte sentir vulnerable, pero aceptar este sentimiento es un paso esencial hacia la realización plena.

1. Bio

Creadora de contenido y directora sénior de marketing del Brevard Zoo. Licenciada y especializada en marketing, después de varias experiencia en diversos sectores, descubrió su pasión por la comunicación en el campo de la conservación; se dedicó en cuerpo y alma a ello, ocupándose (entre otras cosas) de la comunicación del Sonora Desert Museum durante un largo período. Actualmente, impulsada por su carácter curioso y la conciencia adquirida de la importancia de un buen equilibrio entre el trabajo y la vida personal, está cursando una segunda carrera en psicología, con el objetivo de integrar en su narrativa cotidiana una mayor inclusión de temáticas y actitudes para una mejor salud mental y calidad de vida. Su misión es abordar la comunicación de forma que no sólo sea útil para los resultados de marketing, sino que también pueda inspirar acciones positivas de algún modo.

2. El poder de un sueño

Puede parecer una paradoja, pero cuando hablo del poder de los sueños, inevitablemente debo partir de las lecciones que podemos aprender cuando se rompen nuestras expectativas. A medida que nos exponemos a la vida, solemos creer que el camino hacia la realización es un camino lineal. Nos hacemos una idea de cuál debe ser el camino y creemos tanto en él que muchas veces acabamos perdiendo contacto con cuáles son nuestras verdaderas aspiraciones. Estamos tan concentrados en intentar encajar los acontecimientos en lo que debería ser «el camino correcto» que nos olvidamos de preguntarnos «¿el camino correcto para quién?». Así sucede que, incluso en una carrera que, vista desde fuera, parece perfecta y exitosa, el sentimiento de que no es suficiente se abre paso en nuestro interior. Una especie de malestar, de insatisfacción: ese es el poder de un sueño. Es esa alarma que suena incluso cuando, aparentemente, no hay motivo para ello. Es la parte más auténtica de nuestro ser la que llama y trata de decirnos que debemos encontrar espacio y coraje para trazar nuestro propio camino, quizás fuera de esa rutina que al final es exitosa y segura. Pasé (con gran satisfacción) una década en el sector de la comunicación para la conservación y, a pesar del reconocimiento, en cierto momento tuve que reconocerme a mí misma que era momento de cambiar. Admitir esta verdad fue a la vez aterrador y liberador. Tenía 34 años y un camino perfectamente trazado. Me sentí vulnerable al reconocer la necesidad de un cambio pero, al mismo tiempo, entendí que cambiar de dirección era el paso esencial hacia una realización más auténtica. Y el poder de un sueño es precisamente ese, el coraje de dejar lo que parece razonable y seguro, para dejar espacio a lo que nuestra parte más íntima siente que es correcto, porque vibra al unísono con nuestra alma y no en función de las expectativas externas.

3. Mi viaje hacia la belleza real

Aprender a escuchar el fluir de la vida me enseñó que la belleza no tiene una expresión estática, siempre igual, sino que es una evolución continua. Entendí esto claramente cuando aprendí a mirar mis fracasos por lo que eran. Si permanecemos anclados en una idea preconfigurada de lo que está bien o mal, de lo que tiene éxito o no, nuestros «fracasos» son algo malo, doloroso, negativo. Pero he aprendido que es después de procesar estos fracasos cuando puedo cambiar mi perspectiva, verlos como realmente son y observar con serenidad la multitud de oportunidades diferentes a las que cada «fracaso» nos da acceso. Y esta es la mayor belleza que podemos experimentar. Cuando me miro al espejo sonrío, porque lo que veo, lo que soy, es el resultado de los llamados «fracasos» y, sí, sonrío porque han moldeado mi perspectiva de la vida, que es única e irrepetible. Según el diccionario, el fracaso es la falta de éxito, pero a mí me gusta ver el fracaso como un paso hacia el éxito. Y otra cosa que con el tiempo he aprendido a entender es que cada uno de nosotros debemos, libremente, establecer qué forma toma nuestro propio éxito. El éxito, para mí, será fácilmente diferente al de muchos otros, y eso está bien. A menudo llevamos cargas disfrazadas de éxito. Personalmente he entendido que, para mí, tener éxito significa encontrar paz y plenitud en lo que hago y estar agradecida por cada día que me acerco a esto: este es el éxito que busco, esta es la belleza que me inspira.

4. Lo que he aprendido y no olvidaré

Nos pasamos la vida intentando corresponder a normas decididas desde fuera, y esto es lo que nos hace sentir insatisfechos, inadecuados, incluso equivocados o fuera de lugar. Pero no hay nada malo en nosotros ni en nuestras aspiraciones: es hora de brillar de forma auténtica, independientemente de las expectativas de los demás. Como mujeres, tenemos un nivel adicional de gestión de etiquetas: a menudo, por ejemplo, nos definen como «demasiado emocionales», como si fuera algo malo. Pero luego, increíblemente, cuando nuestra pasión se adapta a los intereses de otra persona, de repente cambian la etiqueta anterior a «apasionada». Es este extraño baile, hecho de reglas ajenas, lo que nos mantiene prisioneras. Así que al diablo con las etiquetas, abracemos plenamente nuestra naturaleza y tracemos nuestro camino: no hay un lugar adecuado del que sacar energía, cada uno tiene la suya, lo importante es que nos haga sentir bien y que, tal vez, pueda inspirar a alguien más para liberar su potencial. Todas nosotras tenemos un superpoder, y la única manera de descubrirlo es siendo genuinamente nosotras mismas, permitiéndonos fallar mil veces antes de triunfar. Lo que sueño es una sociedad donde la igualdad, la seguridad y la libertad no sean sólo aspiraciones, sino experiencias vividas para cada individuo, que promuevan una cultura de respeto y empoderamiento para las mujeres en todas partes. Sin embargo, mientras intentamos dar paso a nuestras aspiraciones, en casi todas partes todavía tenemos que preocuparnos por nuestra seguridad física y mental.

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