The Portrait of Dreams

Beatriz Chachamovits

Con la mirada adecuada podemos encontrar la belleza incluso donde parece faltar la luz. Es una lección que aprendí al estudiar los planos abisales de los océanos.

1. Bio

Artista medioambiental, investigadora marina y educadora. Criada en São Paulo, sin salida al mar, descubrió el océano al final de su adolescencia, durante un viaje a Bahía. La experiencia la impactó tan profundamente que dictó el curso del resto de su vida. Dedica todo su trabajo como artista e investigadora a denunciar los peligros que enfrenta el ecosistema marino. Desde 2018 vive y trabaja en Miami, donde sus intervenciones están dedicadas a informar y generar conciencia sobre temas relacionados con la decadencia del arrecife de coral. A través de dibujos, esculturas e instalaciones interactivas, hace tangibles e inmediatamente comprensibles las amplias implicaciones científicas de este fenómeno. Colabora con universidades, institutos de investigación y escuelas. Su misión principal es ponerse en contacto con las generaciones jóvenes para aumentar la sensibilidad y la concienciación sobre el tema. Además de las actividades de difusión, también participa activamente en la comunidad científica para llevar a cabo operaciones de recuperación y restauración de porciones de arrecifes de coral.

2. El poder de un sueño

Mi mayor sueño de la infancia era crear mis propias animaciones, creando mundos imaginativos a través del arte. Luego llegó mi primera inmersión: una minúscula cueva submarina, colores, corales, peces, arena chispeante, armonía y precisión infinita. Allí cambié para siempre. Si bien no me convertí en una profesional del cine animado, viví mi sueño creando intrincados mundos artísticos que conectan a las personas con las maravillas de los ecosistemas marinos, promoviendo conversaciones vitales sobre la conservación del medio ambiente. Mi sueño adquirió una nueva forma y significado, donde se cruzan mi pasión por el arte y la protección del medio ambiente. No me convertí exactamente en artista de animación, pero encontré un camino único que me permite compartir mi creatividad y contribuir a una causa realmente importante para mí. No fue un camino lineal, evolucionó orgánicamente y tomó forma a medida que me involucraba en el arte y en la conservación marina. Una fusión de mis dos pasiones. Este es el poder de un sueño: te toca, te cambia para siempre y te empuja a encontrar nuevos caminos.

3. Mi viaje hacia la belleza real

Paradójicamente, mi trabajo, mi investigación, es una experiencia tangible de cómo, impulsados ​​por la motivación adecuada, podemos extraer belleza incluso de situaciones que al principio parecen desesperadas. Podemos aprender a utilizar la preocupación como impulso para generar cambios. La esperanza es el principal camino hacia la belleza. Con la mirada adecuada somos capaces de encontrar la belleza incluso donde parece que la luz ya ha desaparecido. Esta es una lección que aprendí al estudiar los planos abisales de los océanos, donde la luz no llega y, sin embargo, prosperan criaturas extrañas. Fue aquí donde fui testigo de las adaptaciones únicas de la naturaleza y la fascinante bioluminiscencia de los organismos, en un mundo que pocos exploran. En este reino aparentemente inhóspito, encontré una belleza profunda e inesperada que desafió mis ideas preconcebidas sobre lo que constituye el esplendor de la naturaleza. Asimismo, a partir del drama del blanqueamiento de los corales, la acidificación y la contaminación de los océanos, intento crear obras de belleza, con el objetivo de crear recordatorios viscerales, capaces de generar una empatía colectiva e inspirar acciones conscientes, especialmente para las generaciones venideras, que son los guardianes y la esperanza de nuestro futuro y el del planeta.

4. Lo que he aprendido y no olvidaré

He aprendido a entender el arte como una poderosa herramienta de cambio. Cuando las personas experimentan sensaciones directamente, están más abiertas a la empatía. Hacer accesibles los temas complejos es esencial para que todos puedan asumir su parte de responsabilidad. La enseñanza es uno de mis dones y, por lo tanto, es la responsabilidad que tengo. Debemos inspirar a las generaciones más jóvenes para que comprendan los problemas: la enseñanza es una de las cosas que puede darnos una oportunidad. Cultivar la empatía colectiva: yo lo hago en temas medioambientales, pero es una mentalidad que nos aleja del egoísmo en cualquier ámbito. Participar, reflexionar, reconocer, aprender a sentirse personalmente responsable… Si sembramos esta mentalidad, el mundo se volverá más justo automáticamente. Como mujer, he experimentado de primera mano lo que significa hacerse un hueco en campos dominados por hombres, como el arte y la ciencia. Mi sueño para todas es tener igualdad de oportunidades, reconocimiento y respeto en todos los aspectos de nuestras vidas.

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